lunes, 15 de marzo de 2010

Insolencia

A veces te los comerías y otras te arrepientes de no haberlo hecho cuando todavía podías...

Confieso que me río mucho con mis niños. Sobre todo después de la clase cuando le suelto todas las anécdotas del día a quien se me ponga por delante. Pero hoy no he matado a A porque no es costumbre y las pequeñas cosas que me han hecho gracia de los otros niños han quedado eclipsadas por el mal cuerpo que se me ha quedado..
Ha pasado lo siguiente:
Muy al comienzo de la clase, mientras pasaba lista y hacía las rutinas habituales con ellos, el nivel de ruido ha llegado a tal punto que un niño me estaba intentando decir algo desde la segunda fila y no era capaz de entenderle. Y yo, en mi afán por intentar que los niños comprendan que no se están comportando bien, en lugar de chillar, les he dicho:
"¿Cómo es posible que R me esté hablando a menos de un metro y no sea capaz de oírle?"
"No lo sé" me ha dicho A, en mitad del silencio sepulcral que se había hecho.
Y le he echado de clase.
Juro que he notado cómo se me caían los músculos de la cara de la sorpresa ante la respuesta del niño. Acojonante.

Por lo demás, la clase ha ido bien. Estaban un poco más revolucionados de la cuenta, pero vamos, sobrellevable.
Y como siempre, me parto con sus comentarios. Porque una cosa que he aprendido es que lo que le tengas que decir a los niños hay que decírselo dando el menor rodeo posible, porque si no se pierden en el camino.
Mientras estaba esperando a que se hiciera silencio dije: Sólo hay cinco niños de los trece que sois que están callados.
Y levanta la mano S muy preocupado y dice: "Pfff, pues eso es que hay ocho que lo están haciendo mal" :D (deben machacarles mucho el cálculo mental durante la mañana)
También he tenido perlas como que Sao Paolo está en Rio de Janeiro y cosas así, pero ninguna reseñable.
Lo dejo por hoy.
Espero intensamente que mañana sea otro día.

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