miércoles, 19 de octubre de 2011

Grados

Una de las cosas que se van aprendiendo con la edad es que en la vida hay grados. Hay cosas que son más importantes que otras, ofensas que son más grandes que otras etc. Pero con seis años, la vida es todavía bastante confusa, así que cuando Y le dice a su madre que odia a S porque habla muchísimo en clase y le molesta todo el rato y ésta le dice que no está bien odiar, la primera alternativa que acude a la mente del niño es "Vale, pues quiero matarla."
True story.

jueves, 13 de octubre de 2011

Padres

Los niños son cada uno un mundo. Y cuando conoces a sus padres y su historia, sus neuras y sus manías, ese mundo se vuelve algo más claro y comienzas a entender muchas cosas.
Entiendes que T sea puro nervio y no pueda quedarse sentada más de unos minutos (sus papás acaban de adoptar a un bebé y ella también es adoptada). Entiendes que J no atienda y le cueste concentrarse (viene de un cole con 12 alumnos por clase). Comprendes por qué hoy D ha venido con el chándal en lugar de con el uniforme del colegio (porque la mamá dice que le ha jurado y perjurado que hoy es la última vez que se lo pide... y D es un manipulador nato, según madre y teacher).
Al ser tutora, el contacto con los padres es constante. Para mí es muy enriquecedor hablar con ellos y ver la imagen que tienen de sus hijos, la dinámica que siguen con ellos en casa, sus expectativas respecto al colegio y respecto al futuro de los niños... A veces me resulta difícil saber dónde está el límite, hasta dónde están dispuestos que nos metamos en su vida, en sus rutinas, para cambiar para mejor el comportamiento de sus hijos. Lo que sí sé es que vale la pena intentar influir lo más posible para evitar el psicólogo al que los padres tienen cierta tendencia a enviar a sus hijos a la más mínima señal de alarma. Usemos mejor el sentido común, el suyo y el mío, y utilizemos el tiempo y la palabra que, como dice mi padre, son dos de las herramientas más poderosas con las que contamos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

"Sálchichis"

Así, tal cual, es como mis niños de primero han decidido que van a llamar a las salchichas a partir de ahora: "sálchichis". Y no importa que yo me deje la voz pronunciando correctamente ['sɒsɪdʒɪz], ellos siguen diciéndolo a su manera y descojonándose de la risa cada vez que lo hacen. Y yo también, claro. Haced la prueba y decid "sálchichis" con cara seria. Es imposible.
Eso no me preocupa, la verdad, llegará un momento en que decidirán por su cuenta hacerme caso o simplemente un día se les pasará la tontería y lo dirán bien sin darle mayor importancia. Lo que me ha llamado la atención hoy es cómo la sinceridad de los niños ha dejado en evidencia que, claramente, lo del dibujo no es lo mío.
Os pongo en antecedentes: hay un grupo de 1º (5 a 6 años para los no iniciados) al que doy Science e Inglés oral, con lo cual cuando llego a su clase no tienen ni idea de qué va a ir el rollo. En Science estamos viendo las distintas comidas del día y en Speaking de momento nos conformamos con hacer juegos sencillos sobre los objetos de la clase y cosas así. Total, que después de tener Science antes de la comida, he llegado a la clase para darles su hora de Speaking después del recreo y me he puesto a dibujar en la pizarra (ahora mismo no recuerdo por qué) una goma de borrar. Cuando uno dibuja en una pizarra ante un gran público le asaltan cientos de dudas que nunca se habría planteado sobre el objejcto en cuestión, a saber: ¿la dibujo cuadrada o redonda? ¿con o sin bordes? ¿desde arriba? ¿desde un lado? Total, que he acabado dibujando una forma amorfa en la pizarra, momento en el que un niño aleatorio ha gritado: ¡SÁLCHICHIS! y a mí me ha entrado la risa floja. Cabe destacar mi rapidez de reflejos al poner "Milan" encima de la forma amorfa, lo cual ha servido para que unos cuantos digan: Aahh... rubber!

PD: Sí, a pesar de la desesperación de mi entrada anterior y de la sensación que tengo al final del día de haber sido molida a palos, aún hay esperanza: aún trabajo con los seres más fascinantes del mundo.