jueves, 11 de septiembre de 2014

Volver

Es el primer año que me pasa, el primer año que vuelvo. El primer año que reconozco las pequeñas caras sonrientes el primer día de curso. Y ellas a mí.

Vuelvo con energías renovadas, con la convicción de que puedo con esto, de que valgo. Me he convencido de ello porque si no, el miedo me paralizaría. El miedo al desbordamiento, al estrés, al (de nuevo) no saber qué hacer.

El caso es que el año pasado (curso pasado es más correcto, pero mis años van de septiembre a junio) estuve paralizada por las experiencias de otros, por las voces de otros, por los "noes" de otros. Hasta que pasados unos seis meses decidí salir de mi letargo, de mi pozo con fondo, y mirarle a mi miedo a la cara. Y ver que era humano. Y descubrir que todos los "noes" podían transformarse en tal vez, en sí claro. 

Así que vuelvo, sí, pero no vuelvo. Como en la manida metáfora del hombre que nunca puede bañarse dos veces en el mismo río, tampoco un profe vuelve al cole igual que el curso pasado. Evolucionamos gracias a nuestros alumnos, a nuestro entorno. Y en esa evolución crecemos, nos conocemos, y podemos aportar un poco más de ese conocimiento en el aula, con nuestros nuevos niños. 

Nuevos niños que a pesar de lo que digan esas voces del Pleistoceno, esas maestras (por decir algo), esos frenos, sí son diferentes cada año. Y por supuesto necesitan que nosotros también lo seamos, que miremos, que escuchemos, que respondamos... y que crezcamos con ellos.

Este blog es ahora el de una profe un poco menos novata. Perdonad el realismo, la desilusión ocasional, las reflexiones desesperadas. Disfrutad de todo lo demás, que es lo bueno. Este año intentaré mantener esto más al día. Nos lo debo ;)