martes, 10 de marzo de 2015

Cojones

Cojones es lo que hay que echarle a la vida para criar a un hijo como se merece. Para ponerlo siempre por delante, dedicarte en cuerpo y alma a que sea feliz, a que crezca sano y sabio. Hay que echarle cojones, en los tiempos que corren, para apostar con la vida que tú sí, que vas a sacar tiempo de debajo de las piedras, que vas a sacrificar salidas, juergas, momentos de vaguería por ese nuevo ser que va a llenar toda tu vida, para siempre. Me asombro de los que le echan los padres (los buenos padres) a la educación de sus hijos. Las horas de juegos siempre a su lado, los cuentos, los teatros, los ratos juntos.

Pero tristemente veo mucho más en mi colegio la otra cara de la moneda. Y en este caso lo que dan ganas es de darles una patada en esos cojones que no le echan a la vida, a sus hijos. Cuando vienen borrachos a recogerles (una hora tarde), cuando llevan a los niños con la ropa sucia y rota mientras ellos van peinados de peluquería, cuando les traen a clase sin lápiz pero en casa tienen tres o cuatro consolas, cuando escupen a los profesores que se dejan el pellejo día tras día por sus hijos.

Perdonad el lenguaje, pero hay días en que una se harta. Y aún así, hay que echarle cojones. También nosotros, profes. Porque si no lo hacemos, ¿qué les queda a estos enanos? ¿Qué culpa tienen ellos?

Así que aquí seguimos, más cojonudos que nunca y tirando para delante, que para atrás ya tira la vida demasiadas veces. Seguimos adelante por amor, simplemente, y eso, al final, es lo que de verdad queda.