viernes, 30 de abril de 2010

Mami

Es frecuente que los niños asocien a la profesora con la figura materna. También lo es que tengan de vez en cuando lapsus en los que nos llaman mami, como me pasó a mí el otro día o incluso daddy, con el consiguiente cabreo de la profe irlandesa correspondiente :D. Esto pasa más con los peques, según se van haciendo mayores son capaces de filtrar mejor sus pensamientos...
Pero es curioso: te pueden llamar mami, te pueden decir que no quieren que te vayas, te pueden decir que esa ha sido la mejor clase de inglés de todo el curso... pero en un mes te habrán olvidado.
Alguien dijo una vez en la universidad, que nuestra meta debe ser proveer a los alumnos con las herramientas necesarias como para que al final del trayecto ya no nos necesiten.
Y es una imagen bonita, pero a mí sigue dándome pena.


martes, 27 de abril de 2010

Inocentes

Los niños de hoy en día se expresan como si fueran adultos desde que tienen muy pocos años, puede que por la influencia de la tele o por que los padres hablan con ellos hoy más que nunca (¡ojalá!). El caso es que acabamos pensando que saben mucho más de lo que en realidad saben y tendemos a tratarles como adultos cuando en realidad son niños igual que lo fuimos nosotros en su día.

Ayer tuve clase con los de tercero y, aunque hubo por lo general un ambiente bastante bueno de trabajo, algunos estuvieron un poco provocadores. Como D, que se tiró unos cinco minutos succionando su antebrazo mientras yo intentaba ignorarle a pesar del ataque de risa incontrolable que le entró a la niña que estaba sentada detrás de él.
Di por zanjado el asunto tras una pequeña regañina pero al poco tiempo D levantó la mano, me señaló el chupetón que se había hecho en el brazo y me dijo con cara de preocupación:
María, mira lo que me ha pasado.
Os juro que a veces es difícil mantenerse seria en situaciones como esta... :D
Le expliqué que eso era un chupetón, que era como un moratón y que no se preocupara, que se le quitaría con el tiempo.
Y no hubo ninguna risita. Porque no tienen ni idea de lo que es un chupetón ni de a qué va asociado.
Aunque se pongan minifaldas y su mayor ídolo se Hannah Montana, siguen siendo niños. Y eso me consuela enormemente.

martes, 20 de abril de 2010

Pegatinas

Creemos que somos más diferentes entre nosotros de lo que en realidad somos. Creemos que los niños de hoy no son como nosotros cuando éramos niños, que los niños ingleses no son como los españoles, que cada vez vamos a peor.... Pero llevamos yendo a peor desde los griegos, quienes también se quejaba de "los jóvenes de hoy en día" así que digo yo que no será para tanto.
Esta reflexión viene porque hoy una de mis niñas de primero me ha enseñado su álbum de pegatinas (¡! ¡!), básicamente igual que el que yo tenía (y aún conservo) de cuando era pequeña. Aunque ahora, todo hay que decirlo, las pegatinas molan muchísimo más: las hay hasta con bolitas o lentejuelas dentro!!! Increíble.
Y no es verdad que los niños sean tan diferentes entre sí; hasta donde yo sé, cualquier niño de cualquier parte del mundo es feliz jugando al pilla-pilla. O con un balón.
Es más, tampoco nosotros los adultos nos diferenciamos tanto de los niños: necesitamos que nos digan las cosas veinte veces hasta que nos enteramos, creemos que somos estupendos y que siempre tenemos la razón y nos encanta soltar nuestro rollo y que nos escuchen.

Madre mía, la de conclusiones que se pueden sacar de una pegatina con forma de pintalabios...

P.D.: Pregunta para lingüistas formulada por un niño de seis años "¿Por qué hay tantas palabras en inglés que terminan en y ?"
No f****** idea, querido.

sábado, 17 de abril de 2010

Ingeniero

Recuerdo que cuando era pequeña y mi padre hablaba de sus alumnos, siempre me llamaba la atención lo mucho que sabía de ellos sólo con observarles en clase y me preguntaba si mis profesores también tendrían una idea tan completa de cómo era yo.
Es curioso cómo apuntamos maneras desde nuestra más tierna infancia. En mi grupo de tercero hay un niño, J, que me apuesto 1000 euros a que el día de mañana será ingeniero. O cualquier otro tipo de científico.
El viernes me enseñó un aparato que había montado él mismo que consistía en un motor que, al ponerle una pila y apretar un botón, hacía que girara una artilugio. Alucinante. Una pena no haber tenido una pila a mano.
Y pensaba yo hoy en voz alta que es inútil que yo le intente enseñar inglés, porque gran parte del tiempo se lo pasa construyendo cosas con lápices y blu-tack, con su estuche o con lo primero que pille. Y me ha dicho mi madre: Bueno, pero si es científico, en un futuro necesitará el inglés, así que tú sigue intentándolo.

Eso haré. Seguir intentándolo. Aunque a veces sienta que me toman por el pito del sereno por ser de extraescolares. A pesar de que muchas veces me entre un instinto asesino casi imparable, especialmente los viernes por la tarde. Aún sabiendo que muchos de ellos es probable que ni me recuerden dentro de un par de años, seguiré intentándolo.

Porque enseñar es eso, mantener la esperanza. En los niños y en uno mismo. Y creer que todo puede ir a mejor. Y esperarlo.

lunes, 12 de abril de 2010

Madre

Hoy he tenido mi primera conversación con una madre. A, su hija, me dio una nota de su parte respondiendo a un comentario que la otra profesora había puesto en el boletín de notas respecto a la falta de interés de la niña en extraescolares. Como no se aplica a mi clase, a la salida del cole le pedí a A que me dijera dónde estaba su madre para poder comentárselo personalmente.
Cuando llegamos me presenté y nos alejamos un poco de los niños para que no cotillearan. Le expliqué la situación: que puede que la niña no muestre interés en clase de gramática pero que en conversación responde muy bien y que el único problema era que a veces hablaba más de la cuenta, pero vamos, nada fuera de lo normal en una niña de ocho años.
Y me contestó que había escrito la nota porque A se porta muy bien en las clases ordinarias pero en extraescolares parece que se relaja un poco, y ella realmente tiene interés en que aprenda inglés, ya que ella no sabe. Lo que quería mostrarle con la nota era que su comportamiento en extraescolares también tiene consecuencias, que también hay que tomárselo en serio.
No he sabido qué más añadir. He asentido a todo lo que ha dicho, he alabado su decisión y he salido del cole.
Y mientras esperaba a cruzar el semáforo de camino a mi casa le he hecho una ola mental. Ojalá hubiera más padres como ella.

viernes, 9 de abril de 2010

Viernes

Creo que es experiencia común de todos los profesores: los viernes son días que ejercen una influencia diabólica en los niños. Ya se puede uno olvidar de dar clase. Es imposible. Y más siendo de extraescolares.
Mira que me lo he propuesto veces y veces: los viernes juegos. Pero confío en ellos e intento avanzar algo en los contenidos. Y por supuesto llego siempre a mi casa con la necesidad imperiosa de pincharme tila en vena.
Hoy no ha sido diferente. Mi clase de una hora ha consistido en pasar lista, repartir los diplomas y explicar y hacer UNA actividad ( ¡¡¡¡una!!!! ). Suicidal.

Y mientras, en mi estupenda Programación para la oposición, los niños se portan bien en todas las sesiones y todas duran sesenta minutos. Y un huevo.
Pero qué bien viene imaginarse de vez en cuando que la lección perfecta existe. Y qué bien sientan las raras ocasiones en las que efectivamente, pasa.

jueves, 8 de abril de 2010

Amigos

¿Sabes qué? me dice A, el niño del ya mítico dibujo que ilustraba la frase I am swimming.
¿Qué? le digo
Que Á y yo ya somos amigos.
¡Me alegro mucho! Y eso por qué, ¿habéis hablado?
No, dice Á.
Cara inicial de confusión de A, que enseguida añade: No hemos hablado pero ya somos amigos.

Asienten ambos con cara de circunstancias y se van a jugar al pilla pilla a la parte del patio donde da el sol, que los otros todavía tardarán un rato en llegar de Educación Física y aunque ya es Abril, a la sombra todavía hace fresquito.

Así de sencillo.

martes, 6 de abril de 2010

(R)e(S)fuerzo

Tenía una entrada pendiente del último día de clase que pensaba titular "Esfuerzo" y a la de hoy le viene como anillo al dedo el título de "Refuerzo", de ahí un título final tan confuso.

Las dos entradas van sobre el mismo niño, A, un pequeño trasto de 6 años al que dedico la mayor parte de mi esfuerzo en las clases de martes y jueves.
Empecé a fijarme más detenidamente en su actitud (más allá del "be quiet" o "sit down properly") cuando me preguntó un día si yo creía que él era el payaso de la clase. Me lo preguntó con tal cara de preocupación, que yo inmediatamente le dije que no, que lo único que hacía era hablar mucho pero que no era para nada un payaso.
A partir de ahí, observé que hacía esfuerzos por trabajar en clase pero se distraía facilmente si no tenía mi atención constante. Así que pasé a reforzarle positivamente (alabar o premiar los comportamientos que queremos promover en el niño) cada pequeño paso que hacía en la tarea.
Y funcionó. Desde una semana antes de las vacaciones o así, A muestra mucho más interés en todo lo que hacemos en las clases. Incluyendo una cestita con huevos de chocolate que preparamos como regalo de Easter para los papás. Cestita que montó con todo el amor del mundo y que se le destrozó al cogerla del asa que no estaba bien pegada.
Pero no sólo se le desmontó, además, todos los huevitos rodaron por el suelo, el papel de seda que rellenaba la cestita se perdió por el camino... en fin, una situación un tanto apocalíptica.
Y me dio una pena tremenda ver cómo todo el esfuerzo con el que había trabajado se hacía añicos delante de sus ojos... Y me dio aún más pena cuando la madre le vio llegar con el desastre bajo el brazo y cara de desesperación y lo único que se le ocurrió decir fue "Pero A, hijo, ¿cómo sales sin chaqueta?".

En fin, que aunque sólo me queda un mes de clases con este grupo, voy a hacer todo lo posible porque su esfuerzo se vea recompensado. Porque hoy te has portado muy bien, sí, pero lo que más me alegra es que sé que el próximo día también te esforzarás por conseguirlo.