jueves, 10 de marzo de 2011

Buenos

Después de unas cuantas clases con esos seres fascinantes que son los niños, creo que puedo decir que son principalmente buenos. O inocentes, como prefiráis. Ya sé que también pueden ser crueles, pero generalmente lo son sin darse cuenta del daño que pueden hacer y son capaces de corregir su comportamiento si se señala a tiempo. Con M (el niño con TDAH), por ejemplo, la actitud de sus compañeros ha cambiado sensiblemente desde que les dije que le tenían que ayudar porque se sentía inseguro en clase (no quería que le etiquetaran como "enfermo") y si le recordaban constantemente que tenía menos nivel que ellos, se iba a sentir peor. Y ya está. Una charla que no duró más de cinco minutos y el ambiente ha mejorado muchísimo y, consecuentemente, también M.
Pero la reflexión de hoy viene provocada porque he tenido una clase tan agradable que he salido del aula con ganas de adoptarlos a todos. Resulta que llevo un par de días afónica (los catarros a los profes siempre nos acaban afectando a la garganta) y ayer me encontraba tan pocha que llamé a la empresa diciendo que no creía que pudiera dar clase en esas condiciones. Me dijeron que llamara por la mañana si me seguía encontrando mal. Pero el caso es que me he levantado bastante mejor, aunque con una voz digna de un mafioso de alto rango, y he ido al cole como todos los días. Mi coordinador ha entrado al aula para decirles a mis niños que se portaran bien porque yo estaba malita y ellos han contestado que ya lo sabían, que ayer también. Y cuando, practicando las preguntas del Trinity, tocaba hablar del tiempo que hacía hoy, he dicho que para mí no era "sunny and hot" sino "sunny and cold", a lo que S ha respondido, con cara de comprensión: "Claro, teacher, es que tú estás mala".
Y si a eso sumamos que me han preguntado si iba a estar con ellos el curso que viene y que cuando les he dicho que no, M ha dicho con cara de pena que él habría querido hacerme un regalo por Navidad, comprenderéis mi estado de ánimo actual, en el que el mundo me parece maravilloso y mi profesión la mejor posible.
Alguien comentó alguna vez: "Los niños son de lo mejor cuando las cosas están de lo peor". Y cuánta razón tenía.