viernes, 8 de febrero de 2013

Héroes y princesas

Quién sabe por qué he ido dejando de escribir aquí todo lo que me pasa por la cabeza en mi día a día con los niños... De entre todas las respuestas posibles, la que más temo es que he dejado de ser una profe novata, que me he metido en la rutina y ya me considero profe-profe con todas las de la ley. Y eso en cierto modo me entristece porque significa que me he hecho mayor. Y todavía no me toca.
El caso es que hoy, día de Carnaval, he vuelto a mirar a mis niños como antes, les he escuchado.. y me he acordado del blog.

Si alguien se ha dado una vuelta hoy por Madrid, después de la hora de salida de los colegios, habrá observado un importante aumento en el número de princesas y héroes por metro cuadrado. No es nada preocupante, mañana ya todo volverá a la normalidad (es una lástima), pero hoy merece la pena fijarse en esas niñas vestidas con la ropa con la que se imaginan todos los días y en esos niños que realizan hazañas impensables.

Hoy hablaban dos niños de mi clase, después de disfrazarse y antes de bajar al patio:

- ¿Por qué llevas el mismo disfraz que en Halloween?
- Porque...
- Le tienes que decir a tu mamá que te compre dos.
- ....
- Ah, claro, pero los disfraces cuestan dinero que hay que utilizar para otras cosas, ¿no?
- Sí...

Entonces me ha entrado esa rabia que me da cuando veo que los niños sufren innecesariamente. No porque repetir disfraz sea una tragedia, sino porque, efectivamente, en mi colegio hay una parte importante de alumnos que no puede pagárselo. Y de padres que no tienen ni tiempo ni conocimientos ni ganas de hacerles uno casero.
Y ahí están, los niños con su uniforme (que hoy les des-uniforma) destacando sobre una multitud colorida que baila al ritmo de canciones estúpidas y juega a salvar el mundo. Y se quieren mimetizar con la pared y que nadie les vea y que por favor, por favor, acabe esta tortura cuanto antes. Porque es más importante comer, sí, pero ellos no lo saben. Ni tienen por qué saberlo. Y cuando me doy cuenta de todo esto me acuerdo de mi cole del año pasado, de lo distintas que eran las cosas... y me pregunto dónde narices está el equilibrio cósmico que debe mantener todo en orden. Y por qué siempre acaban pagando los niños que ni siquiera un día pueden jugar a ser héroes. Ni princesas.