martes, 19 de marzo de 2013

Pequeños

Mención aparte merecen mis pequeños de Infantil.
Entrar en un aula de la planta de abajo es traspasar el umbral de una dimensión paralela. Según entras, todos los niños se arremolinan a tu alrededor, te enseñan (la pupa, los zapatos, la horquilla), te preguntan (¿vamos a ver una peli? ¿qué llevas ahí? ¿vamos a jugar a lo del otro día?) y te observan (¡qué guapa estás! ¡pareces una princesa! ¡qué camiseta tan bonita!). 
Tras el caos inicial, la cosa ya toma su camino habitual y cantamos, hablamos, pintamos, jugamos. Y al despedirnos todos otra vez alrededor: ¿te puedo dar un beso? ¿mañana vuelves otra vez? ¡mira mi abrigo nuevo!, con lo que se cierra el ciclo.
Sales de la clase con una sonrisa de oreja a oreja, claro, y un dolor de cabeza proporcional. Con la sensación de que así debería ser la vida, siempre, y con la certeza de que esto sólo dura unos minutos, que de ninguna manera cambiarías tu puesto por el de una profe de Infantil. Porque son muy ricos, sí, pero de ratito en ratito.

jueves, 14 de marzo de 2013

Callo

Imagino que a todo se acostumbra una.... A la ropa raída, a la falta de abrigos, a las caras sucias, al dolor de tripa... Pero espero que eso no implique generar un callo alrededor del corazón lo suficientemente duro como para dejar de indignarnos con todo esto. Porque las injusticias son más injustas cuando les afectan a ellos. Porque si no te fijas, no notas nada raro, ellos sólo quieren ser niños.
Pero tú sabes, porque hablas y, sobre todo, escuchas, que su vida hace aguas. Que el dinero no llega, que no hay tiempo ni ganas para juegos, que a ver si este mes tienen luz o finalmente se la cortan como llevan amenazando ya algún tiempo, que menos mal que les han concedido la beca de comedor para que por lo menos tengan una comida caliente al día.
Y no puedes hacer nada, más que quererles y abrazarles y quererles un poco más. Y apretar los puños y esforzarte por no perder la fe en la especie humana que se enriquece ignorando a los necesitados. Y llegar a clase con una sonrisa y transmitirles que el mundo puede ser mejor y que aún hay esperanza. Son ellos.