viernes, 9 de abril de 2010

Viernes

Creo que es experiencia común de todos los profesores: los viernes son días que ejercen una influencia diabólica en los niños. Ya se puede uno olvidar de dar clase. Es imposible. Y más siendo de extraescolares.
Mira que me lo he propuesto veces y veces: los viernes juegos. Pero confío en ellos e intento avanzar algo en los contenidos. Y por supuesto llego siempre a mi casa con la necesidad imperiosa de pincharme tila en vena.
Hoy no ha sido diferente. Mi clase de una hora ha consistido en pasar lista, repartir los diplomas y explicar y hacer UNA actividad ( ¡¡¡¡una!!!! ). Suicidal.

Y mientras, en mi estupenda Programación para la oposición, los niños se portan bien en todas las sesiones y todas duran sesenta minutos. Y un huevo.
Pero qué bien viene imaginarse de vez en cuando que la lección perfecta existe. Y qué bien sientan las raras ocasiones en las que efectivamente, pasa.

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