sábado, 4 de febrero de 2012

No sé

Ayer volví al cole.
Más de cien abrazos. Más de doscientas sonrisas. Es impagable ser feliz en tu trabajo.
Mientras estaba de baja pensaba que ese tiempo se me habría hecho mucho más llevadero si hubiera trabajado en algo que no me gustara (léase oficina etc) y, sobre todo, que no tuviera tanto que ver con personas. Porque seis semanas son un mundo en la vida de un niño ( en medio han venido la Navidad, los Reyes, las notas, los días). Y aunque te echen de menos, en realidad lo que les falta es una figura estable, no necesariamente tú. Al volver, vuelve la estabilidad y la tranquilidad, vuelven las rutinas y se añaden algunas nuevas. Porque ya nada es lo mismo, pero eso no es malo. Quiere decir que la vida ha seguido su curso, que somos sustituibles, aunque no del todo.
Ha sido un reencuentro delicioso con tarjetas de bienvenida, bombones, dibujos y pegatinas. Y cuando, al llegar a casa, he necesitado descargar tantas emociones, me he acordado de M, por la mañana, cuando empezó a llorar después de verme y al preguntarle por qué me dijo "No sé".

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