martes, 29 de noviembre de 2011

Trabajo

Existe un trabajo en el que lo único que importa son los compañeros. En el que puedes ser cada día una cosa diferente (hoy Pokemon, mañana bailarina). Un sitio en el que no ves, imaginas. En el que la frase "No me chupes" está a la orden del día. Y en el que detrás de cualquier rendija pueden esconderse misterios insospechados.
Un sitio lleno de noticias: "Se me ha caído un diente", "Me han comprado un conejito", "Me ha tocado hacer de buey en el belén viviente"... Pero también el sitio en el que pueden romperte el alma con un mal gesto, el que puede destrozarte la vida si te rodeas de las personas equivocadas. El que puede salvarte si consigues rodearte de buena gente.
Este trabajo tan importante es el de ser niño. Mi labor como maestra es vigilar, encauzar, corregir, estar alerta. Por lo demás, seré un mero accidente en la memoria de la mayoría, quizás un recuerdo algo más vivo en la de algunos pocos. Pero ¿qué importa? Al final, lo único que debe contar y lo único que cuenta es haber dado las herramientas suficientes para que ese niño que soñaba con ser piloto de fórmula 1 en el patio del colegio acabe siendo una buena persona. Cuando lo haya conseguido y nos haya olvidado, entonces, nuestra labor como maestros cobrará sentido.

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